jueves, 29 de enero de 2009

Algunos hombres se preocupan por hacer visibles a las mujeres en los campos del saber.

Es el caso del artículo que ha escrito nuestro compañero Pepe Garrido y que os paso a continuación.

Rosalind Franklin o la verdadera historia del descubrimiento de la estructura del ADN

A veces parece que las mujeres no han tenido ninguna importancia en los grandes descubrimientos mundiales, pero no es cierto. Rosalind Franklin es un claro ejemplo de ello.
Por todos es conocido que el DNA esta formado por dos hélices y seguramente muchos ya habréis visto más de una imagen sobre la forma que tiene. Si no aquí abajo tenéis una imagen de como es.
Considerado como el logro médico más importante del siglo XX, el modelo de la doble hélice del DNA abrió el camino para la comprensión de la biología molecular y las funciones genéticas; antecedentes que han permitido llegar al establecimiento, en estos días, de la secuencia "completa" del genoma humano. La historia dice que sus descubridores fueron Watson y Crick. Aunque lo cierto es que nunca hubiesen podido descubrir la forma del DNA sin la ayuda vital de ROSALIND FRANKLIN.
Esta mujer nacida en Inglaterra el 25 de julio de 1920, murió en Londres el 16 de abril de 1958. Inicialmente conocida por ser la hermana menor de Benjamín Franklin, su vida y su obra son una perfecta metáfora de la contribución y el trato dado, en muchas ocasiones, a las mujeres en la Ciencia. Rosalind Franklin se graduó de la universidad de Cambridge en 1941, no sin antes salvar la oposición paterna. Hizo estudios fundamentales de microestructuras del carbón y del grafito y este trabajo fue la base de su doctorado en química física, que obtuvo en la Universidad de Cambridge en 1945. Después de Cambridge, pasó tres productivos años (1947-1950) en París, en el Laboratoire de Services Chimiques de L'Etat, donde aprendió técnicas de difracción de Rayos X. En 1951, volvió a Inglaterra como investigadora asociada en el laboratorio de Juan Randall en King's College, Cambridge.
Para Rosalind era la oportunidad de aplicar sus conocimientos a la biología y el laboratorio de Randall se encontraba en el mejor nivel de desarrollo. En el laboratorio de Randall ella cruzó su trayectoria con la de Maurice Wilkins. Aunque ambas estaban referidas al DNA, lamentablemente, la misoginia y la competencia llevaron la relación a un conflicto permanente con Wilkins. Este llevaba largo tiempo trabajando en ADN y había tomado la primera fotografía relativamente clara de su difracción cristalográfica. Wilkins había sido el primero en reconocer en ésta los ácidos nucléicos y no estaba dispuesto a la competencia interna.
En ese tiempo se conocía la forma deshidratada de la molécula (forma A), la que no sugería una forma helicoidal. Rosalind se concentró primero en interpretar los patrones de difracción utilizando las laboriosas fórmulas de Patterson. Las primeras imágenes obtenidas en Londres con el ADN deshidratado se conocieron en Cambridge. Watson había tenido ocasión de asistir a la clase que dio Franklin en noviembre de 1951 sobre el avance de sus investigaciones. Rápidamente, con Francis Crick se pusieron a la tarea de imaginar su estructura y para ello, trabajaron principalmente con modelos atómicos a escala. Este primer intento terminaría en un fracaso rotundo. Watson y Crick invitaron a Franklin y Wilkins a Cambridge para darles a conocer su propuesta. Esta consistía en un modelo helicoidal con tres cadenas. Iones de Magnesio sostenían unidos los fosfatos y hacia la periferia las pentosas y las bases nitrogenadas.
Rosalind Franklin pulverizó sus argumentos. La cantidad de agua en el modelo no correspondía al de los estudios de difracción. Los fosfatos y, por lo tanto, el “esqueleto” de la molécula tenían que estar en el exterior de la misma. No existía en realidad ningún indicio consistente de que la estructura fuera helicoidal. La conocida flema inglesa seguramente impidió la catástrofe. De todos modos, el rumor llegó a la cabeza del laboratorio: Sir Lauwrence Bragg, quien decidió prohibir a Watson y Crick que sus estudios en el ADN continuaran.
La astucia se impuso: James Watson se concentró en el estudio del virus del mosaico del tabaco. Este tiene al ARN como uno de sus constituyentes fundamentales. Dilucidar esta estructura le permitiría acercarse al ADN y de paso profundizar sus conocimientos en cristalografía.
Mientras tanto, durante 1952 Rosalind Franklin repitió los estudios cristalográficos con diferentes grados de hidratación. Al hidratarse la difracción era completamente distinta (forma B). Como sabemos ahora, las fibras de ADN se alejan entre ellas y toman su forma nativa.
A principios de 1953 Wilkins mostró a Watson uno de las fotografías cristalográficas de Franklin de la molécula de DNA, cuando Watson vio la foto, la solución llegó a ser evidente para él y los resultados fueron publicados en un artículo en Nature casi inmediatamente. Sin autorización de Rosalind, Wilkins se las mostró primero -las imágenes de la forma B (hidratada)- a James Watson y, posteriormente, un informe de Rosalind Franklin a Sir John Randall fue entregado a Watson y Crick.
Francis Crick había trabajado en descifrar cómo se verían las estructuras helicoidales de las proteínas en imágenes de cristalografía. Y eso era justamente lo que tenía al frente en el informe de Franklin. Más aún, el reflejo de 3.4 Å en la meridiana implicaba que esa era la distancia entre los nucleótidos de una misma cadena de ADN. Al aplicar estas mediciones a la forma A y corregirla por la contracción y la densidad de la molécula sólo había lugar para dos nucleótidos en cada plano transversal. Si eso era así, lo más lógico es que las cadenas fueran también dos.
Franklin murió prematuramente, de cáncer de ovario, en 1958 en Londres. Con toda probabilidad, esta enfermedad fue causada por las repetidas exposiciones a la radiación durante sus investigaciones.
En 1962 se les concedió el Premio Nobel en Fisiología y Medicina a Watson, Crick y a Wilkins, sin hacer ninguna mención de la importancia que tuvo Rosalind Franklin. Sus compañeros, incluso Watson -famoso por la mordacidad con que se refería a sus colegas y por algún comentario de mal gusto sobre Rosalind- expresaron repetidas veces su respeto personal e intelectual por ella. En la actualidad, existe un amplio movimiento reivindicativo del papel primordial que Rosalind Franklin tuvo en el descubrimiento del ADN. En cualquier caso, Rosalind Franklin merece ya el lugar que ha llegado a ocupar, como icono del avance de las mujeres en la ciencia.

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